domingo, 29 de marzo de 2020

LA GUERRA CIVIL

La Guerra Civil Española fue especialmente dura para Juan y Carmen en la que vivieron una época dramática de separación e incerteza.
Aquel verano de 1936, Juan y Carmen junto con su hijita Mari Carmen fueron a veranear a San Sebastian como ya habían hecho en anteriores ocasiones.
Allí vivían la hermana de Carmen, Teresa (La tía Tere) con su marido Pepe (José Ayllón) y era por ello que iban a pasar unos días a su casa.
Carmen estaba embarazada de la que sería su segunda hija Maria Victoria que nacería allí mismo el 12 de septiembre. 
Foto de aquella época rodeados de amigos, que poco se imaginaban lo que se les venía encima
En pleno veraneo estalló la guerra el 18 de julio y por supuesto ya no se podían mover de allí, no podían volver a su casa en Pamplona. 

Carmen con su hermana Tere y su marido Pepe Ayllón


Es muy interesante saber como se desarrollaron los hechos durante los primeros días de la guerra civil en San Sebastián, así nos hacemos una idea de como lo pasarían Juan y Carmen que sufrieron junto a Teresa el asesinato de José Ayllón el 30 de julio de ese mismo año. Es por ello que os incluyo este artículo que he encontrado en internet que creo que es muy ilustrativo:

DE LA SUBLEVACION A LA GUERRA (19-21 JULIO DE 1936)
La mañana del domingo 19 de julio da comienzo con una aparente normalidad. En San Sebastián el único diario que acude a su cita con los lectores es "La Voz de Guipúzcoa". El diario republicano publica en primera plana noticias oficiales y señala que "puede darse por abortado el movimiento" a la vez que da cuenta de la destitución de Cabanellas y Queipo de Llano.
La información de los centros oficiales recoge una declaración del gobernador civil, quien refiriéndose a la noche del día 18, afirma "que en toda la provincia había tranquilidad absoluta" y recoge la visita de Irujo y Lasarte así como de la comisión del Frente Popular. La sensación que se quiere dar es de tranquilidad, anunciándose incluso la celebración de carreras de caballos esa misma tarde en el Hipódromo de San Sebastián.
Pero esta normalidad es tan solo aparente. En el Gobierno Civil se constituye la Junta de Autoridades en la que se integran Carrasco, el gobernador civil, los mandos de carabineros y de la Guardia Civil, el comandante de los miqueletes, Irujo y Amilibia. Los guardias de asalto son enviados al hotel María Cristina, situado enfrente del edificio del Gobierno Civil, para proteger éste. De manera simultánea, el cuartel de este cuerpo -situado junto al mercado de la Brecha- es asaltado por los frente populistas para conseguir armas.
A partir de este momento las calles son recorridas por milicianos armados en actitud vigilante. Por la tarde las organizaciones obreras declaran la huelga general en la provincia paralizándose el transporte urbano e interurbano.
Mientras tanto Vallespín regresa a Loyola acompañado del teniente coronel de Artillería Eloy de la Brena, quien intenta hacerle desistir de sus intenciones. Vallespín se reúne en el cuartel de ingenieros con el núcleo de oficiales comprometidos en la sublevación, quienes acuerdan que sin el apoyo de la artillería no es posible lograr el triunfo, por lo que a instancias del teniente coronel, optan por salir por la noche hacia Navarra.
Vallespín trata desesperadamente de lograr el apoyo del cuartel de Artillería, lo que no consigue. El capitán Miquel comunica a Vallespín que se espera la llegada "700 a 1000 hombres de las organizaciones de requetés y de Falange" ante lo que anula la orden de abandonar los cuarteles y dirigirse hacia Navarra. La situación es absolutamente confusa y caracterizada de "caos", no encontrándose "mas que voluntades sueltas muy difíciles de unir al Movimiento".
El día 20 de julio la confusión sigue imperando. La Junta de Autoridades, a la que se ha unido el comandante de Estado Mayor, Augusto Pérez Garmendia, acuerda formar una columna que se dirija hacia Vitoria, integrada por paisanos y tropas de los cuarteles. Ante la situación en las calles, cada vez más tensa y con presencia de numerosos milicianos armados, el gobernador civil se dirige a la multitud afirmando que Carrasco "se había unido al pueblo para defender la República".
Ese día otra circunstancia se suma a la difícil situación. Procedentes de varios puertos gallegos llegan a Gipuzkoa varias embarcaciones con milicianos escapados de Galicia, donde ha triunfado el Alzamiento. La presencia de éstos, en su mayoría mineros anarquistas de las cuencas gallegas, provoca un aumento de la tensión en la ciudad y es uno de los motivos que fuerzan a la creación de la columna.
El día 21 es decisivo para el desarrollo de los acontecimientos. Para ese día estaba prevista la formación de la columna que se encamina hacia Vitoria por Mondragón. La salida de las misma está fijada para las 10 de la mañana. Irujo recuerda la partida de ésta de la siguiente manera:

"Al amanecer del día fijado desfilaron por delante del Gobierno Civil los camiones que integraban la columna expedicionaria. No recuerdo el número exacto pero creo acercarme a la verdad si doy el de setenta, repletos de hombres jóvenes, casi todos ellos con signos rojos y rojinegros... la inmensa mayoría estaban sin armas"

Ante la tardanza en incorporarse los militares la columna decide emprender la marcha. Pero las tropas de los cuarteles no se incorporarían debido a los acontecimientos que estaban ocurriendo en ellos.
En Loyola se había personado el teniente Presilla, quien era portador de la orden para que los militares se sumaran a la columna. El mensaje que se entrega en los cuarteles es el siguiente:

"Para que no se pudiese sospechar una actitud subver-siva era preciso que movilizásemos dos piezas de 155 mm. para que acompañadas de una compañía de zapadores se uniera a la columna que al mando del comandante de E.M. D. Augusto Pérez Garmendia, debía marchar rápidamente hacia Mondragón"

Vallespín se niega y convoca a los principales oficiales de los cuarteles. A la reunión acuden el teniente coronel de Artillería Eloy de la Brena, los comandantes del mismo arma Bernardo Ardanaz, Velasco y García de la Rasilla, el comandante de ingenieros Ramajos y el de ingenieros Erce. Todos se muestran favorables a la entrega de los cañones.
En este momento irrumpen los capitanes Fernández Prieto, Miquel, Padilla, Ferrer y Fernández -todos ellos comprometidos con la sublevación- quienes se ponen a las órdenes de Vallespín. Este toma el mando manifestando que "al que no le obedezca le pega un tiro". De esta forma se produce lo que se puede considerar el verdadero alzamiento en San Sebastián. Vallespín y el núcleo de capitanes se hacen con el mando de los cuarteles colocándose ya en franca rebeldía ante el gobierno.
De manera inmediata los militares sublevados ponen en marcha un plan para apoderarse de la ciudad. El capitán Miquel, con cien hombres, toma las alturas del cementerio de Polloe -en las inmediaciones del convento de las Hermanitas de los Pobres- desde donde se dominaba la zona del Gobierno Civil y Maria Cristina. De igual modo se emplazan dos piezas de 155 milímetros en Ametzagaña, desde donde se lograba una posición dominante sobre los cuarteles.
Hacia el mediodía un avión procedente de Pamplona lanza octavillas sobre la capital, firmadas por Mola y dirigidas "a los habitantes y la guarnición de San Sebastián", en la que se vierten claras amenazas hacia la ciudad, debido a

"la vil y engañosa conducta del Comandante Militar de esa ciudad ha dado ocasión a los vergonzosos sucesos que en ella han ocurrido. Yo espero confiadamente que las fuerzas de esa guarnición, relevándole del mando, actúen rápida y enérgicamente, uniéndose al movimiento. Sería para mi muy sensible, pero lo haría inexorablemente, el tener que tomar enérgicas medidas en relación con esa ciudad.

Espero del pundonor de los oficiales y del espíritu de la tropa que, recapacitando sobre lo que constituye su deber en estos momentos salgan de sus cuarteles y no den lugar a que mañana por la mañana me vea en el caso de tener que bombardear los cuarteles o puntos donde se encuentran"

El mensaje de Mola es claro. A la vez que desautoriza a Carrasco amenaza a la guarnición, a la que exige una actuación decidida. A raíz de las órdenes de Mola, recibidas en el cuartel del mismo modo, Vallespín se pone en contacto con el Gobierno Civil reclamando el mando de la provincia, de lo contrario bombardearía San Sebastián.
Esta amenaza tiene un gran impacto en la capital. Según el informe del agregado militar de la embajada francesa -teniente coronel Morel- presente esos días en la ciudad el ambiente en el Gobierno Civil

"c'était le désordre; miliciens rouges, Gardes d' Assaut, Gardes Civiles mêlés aux bureaucraties affolés. Les Gardes d'assaut occupaient l' Hôtel Maria Chistina, déjà groupés et séparés. Vers 14 h., on apprenait la disparition du Gouverneur Civil, parti soit pour la France, soit pour les environs"

El gobernador y los dirigentes del Frente Popular abandonan San Sebastián en dirección a Eibar. Carrasco y los jefes militares permanecen en el edificio y se trasladan al hotel María Cristina, entablándose un tiroteo. Por la tarde, tras una tensa calma, los militares y guardias de asalto se retiran por la orilla del Urumea a los cuarteles de Loyola, uniéndose paisanos miembros del requeté y falangistas con su jefe Luis Iturrino al frente.
La situación de los sublevados es difícil. Los 1.000 hombres prometidos por Miquel no llegan. Tampoco aparece el general Muslera, que debería ponerse al frente de la sublevación. Las fuerzas de seguridad, Guardia Civil y Miqueletes, se mantienen leales al gobierno. Carrasco se encierra en el cuartel de Ingenieros. Los guardias de asalto son hechos prisioneros y sólo algunos se suman al movimiento.
Ante esta situación los militares deciden pasar a la ofensiva y formar una columna para tomar San Sebastián. Esta se forma por unos 200 hombres -la mitad de ellos soldados y el resto guardias de asalto a los que se unen unos pocos carabineros y guardias civiles- al mando del comandante de Artillería Velasco al que acompañaban 13 oficiales más. La columna cuenta con el apoyo de dos vehículos blindados.
Ésta llega a las inmediaciones de San Sebastián, por el Puente de Hierro, pero retrocede ante la indecisión de su jefe de entrar en la ciudad. En esta se ha cortado el alumbrado público y ante el temor de sufrir una emboscada optan por volver a los cuarteles. De esta forma los militares perdían la segunda oportunidad de hacerse fácilmente con el control de la ciudad.


LA BATALLA POR SAN SEBASTIAN (22-23 DE JULIO)
Los militares, ya en franca rebeldía desde el mediodía del día 21, pasan finalmente a la ofensiva. La madrugada del día 22 una columna sale de los cuarteles con la intención de ocupar San Sebastián al mando del capitán Arana.
Esta penetra en la ciudad por dos puntos, la calle Urbieta y Prim progresando por la orilla del Urumea, consiguiendo llegar hasta la Comandancia Militar y el Hotel Maria Cristina, haciéndose fuertes en estos edificios y en el casino (actual ayuntamiento).
Los militares, pese a que logran llegar hasta el centro de la ciudad no llegan a controlarla y se limitan a encerrarse en una serie de edificios.
Las organizaciones obreras de izquierda opondrán una dura resistencia a las fuerzas militares. La calles de la Parte Vieja de la capita donostiarra, en la que se encuentra la sede de la UGT y el Partido Socialista, tal como señala el agregado militar de la embajada francesa, "están defendidas por barricadas de sacos de arena y defendidas por grupos de rojos".
Pero la principal resistencia, y que será la clave del fracaso del intento militar, se sitúa en torno a la sede de la CNT. Esta organización sindical establece en la calle Larramendi, apoyándose en los edificios de las escuelas públicas de Urbieta y del colegio Sagrado Corazón, una línea de defensa.
Ante la resistencia de ésta los militares deben emplear las dos piezas de artillería que llevaban consigo entablándose un duro combate durante el cual se llegará a luchar casa por casa. En la lucha es mortalmente herido el teniente García Benitez, uno de los militares implicados en la conspiración contra la República, que morirá en una casa de la calle Urbieta.
En este momento, cuando los combates ya han estallado en la capital, debemos buscar la situación de las tropas que salieron de San Sebastián en dirección a Vitoria.
Estas, debemos recordar, parten el día 21 por la mañana, a las órdenes del comandante Pérez Garmendia, hacia Vitoria con la intención de atacar la capital alavesa, en la que se encuadraban, según Irujo, numerosas personas "extrañas al país, singularmente gallegos, que imprimían un sello de violencia exótico e inconveniente a nuestra causa".
La columna recibe la noticia de la sublevación de la guarnición donostiarra en Mondragón. Ante la situación creada, Pérez Garmendia decide suspender el avance sobre la capital alavesa y regresar a Eibar, a donde vuelve con los 30 guardias civiles del puesto de Mondragón y un alférez del mismo cuerpo.
En la villa armera se concentran las autoridades de la provincia con el gobernador civil al frente. A éste le acompaña el teniente coronel Bengoa, máximo responsable de la Guardia Civil en el Territorio.
En Eibar se organiza la marcha para reconquistar San Sebastián. Para ello, proveniente de Bilbao, llega una columna de refuerzo al mando del alférez de la Guardia de Asalto Justo Rodríguez Ribas, formada por

"tres coches blindados con 23 fusileros; dos autobuses con 44 fusileros; un coche mortero de asalto con cuatro guardias, otro coche de asalto con 30 guardias y varios vehículos con 57 fusileros con dinamita; una ambulancia sanitaria con cuatro enfermeros, un médico un conductor y dos practicantes de Asalto. Llevaban también un coche de enlace, servido por cuatro mili-cianos. En total se componía la columna de 166 hombres municionados con granadas, morteros, cajas de proyectiles y abundante dinamita".

El asalto a San Sebastián se organiza en dos direcciones. Una por la carretera Bilbao-San Sebastián, avanzando por las calles de la ciudad hasta la Comandancia Militar y el casino. Por otra parte los milicianos desplazados desde la capital son enviados a la misma por el ferrocarril de Bilbao.
Los segundos llegan a la ciudad sobre las nueve de la mañana, sorprendiendo por la espalda a las tropas que combaten en torno a la sede de la CNT, que deben retirarse hacia Loyola para evitar quedar atrapadas entre dos fuegos.
De esta forma tan sólo quedan una serie de núcleos aislados en manos de los militares. En el Club Náutico, casino, comandancia militar y Hotel María Cristina resisten pequeños grupos de militares a los que se han unido "muchos retirados por la Ley Azaña y elementos paisanos".
Los combates prosiguen a lo largo de todo el día en la ciudad. Al final de la jornada han sido tomados al asalto, con un alto precio en vidas, el casino y la comandancia militar, en la que son hechos prisioneros su defensores. Tan solo queda en manos de los militares el María Cristina y los altos de Ametzagaña, Aldakonea y zonas altas de Eguía desde las que se sigue controlando la ciudad. Esa misma tarde el fuerte de San Marcos cae en manos de los republicanos que comienzan a bombardear las posiciones que mantienen los militares, pero al carecer los proyectiles de espoleta causan escasos daños.
El día 23 es la jornada decisiva en la batalla por San Sebastián. Los militares tratan de realizar una nueva acción ofensiva a través del barrio de Eguía. Dos motivos les obligarán a desistir de ello. En primer lugar el puente que une este barrio donostiarra con Loyola se encuentra medio derruido. En segundo lugar la pérdida del María Cristina.
Este, como ya hemos señalado, era el único enclave en manos de los sublevados. La mañana del día 23, el torpedero "Xauen", controlado por marinos anarquistas que lo asaltan en Pasajes y que habitualmente patrullaba las aguas jurisdiccionales, entra en la bahía pero debe huir ante los disparos de las baterías de Ametzagaña. El torpedero se dirige a la desembocadura del Urumea, desde donde hace fuego contra el Maria Cristina.
Esto es aprovechado por los milicianos para realizar un sangriento asalto, en el que logran apoderarse del hotel reduciendo, de ésta manera, el último núcleo rebelde en San Sebastián. Al frente de los asaltantes se encuentra el comandante de la Guardia Civil, quien como relata Irujo, evita la matanza de los defensores, los cuales habían colocado a varios prisioneros atados a las verjas a modo de parapetos humanos.
La rendición del María Cristina da lugar a una gran desmoralización entre los militares. Los milicianos logran desalojar a éstos de los jardines de la estación del Norte y del edificio de "La Equitativa", desde el que impedían el paso por los puentes del Kursaal y Santa Catalina. Tras un violento tiroteo, por la tarde, los rebeldes se retiran del alto de Aldakonea sólo se mantienen en el frente de Polloe, donde resistían tiradores de élite.
Estos, que formaban parte del equipo de tiro del ejército, habían llegado a San Sebastián el día 17 para tomar parte en una competición en el campo de tiro de Bidebieta. Ante los acontecimientos se suman a las tropas rebeldes y toman posiciones en Polloe, donde causan numerosas bajas entre los atacantes debido a su mortífera puntería.
Ese mismo día se produce el abandono de la posición de Ametzagaña, que es rápidamente ocupada por los milicianos y desde la que es posible hacer fuego directamente al patio de los cuarteles. Por la noche los militares quedan cercados en los cuarteles de Loyola resultando definitivamente derrotada la sublevación en San Sebastián.
El fracaso de los militares en San Sebastián debe ser objeto de un análisis detallado. Debemos tratar de comprender como, dos regimientos -bien que reducidos en sus efectivos, pero poderosamente armados y pertrechados- son derrotados por poco más de 2.000 milicianos carentes de organización y mal armados.
La primera razón se encuentra en la deficiente organización de la conspiración. La inexistencia de un mando único y la indecisión de los comprometidos se sitúan en la base del fracaso. La sorpresa que hubiera supuesto el alzamiento en el momento previsto habría provocado que las fuerzas leales abandonaran la ciudad, como ocurrió el día 21, permitiendo a los militares reforzar sus posiciones.
La actitud del coronel Carrasco no puede señalarse como la causa del fracaso. Si los conjurados hubieran adoptado una actitud decidida éste podría haber sido eliminado a semejanza de lo ocurrido en otros lugares. La verdadera razón esta en la falta de unanimidad de los militares ante la sublevación.
En este punto resulta determinante la actuación de las fuerzas de seguridad y en especial del teniente coronel de la Guardia Civil, Saturnino Bengoa. La mayor parte de los miqueletes, guardias civiles, guardias de asalto y policía se mantuvieron leales a la República privando a los sublevados de un apoyo importante de hombres armados y entrenados.
La debilidad de las fuerzas derechistas opuestas a la República es otra de las causas del fracaso. Los escasos falangistas carecen de peso como para suponer una amenaza para la República. Por otra parte, el requeté no cuenta con la fuerza y organización que en Navarra. Si a ello se une el desconcierto ante la actitud de los militares, su posible aportación se ve reducida. Ante la situación optan por huir hacia Navarra para contactar con las columnas que avanzan.
El último aspecto, en lo que se refiere a la organización de la conspiración, es un error de cálculo de Mola. Este pensaba que los nacionalistas adoptarían una postura ambigua -como así fue en los primeros días- o que incluso se inclinarían por una situación de pseudo colaboración como ocurrió en Álava y Navarra o al menos de inactividad. La actitud decidida de Irujo y Lasarte, que si bien no inclinó de una manera clara al PNV por la República, forzó la situación en San Sebastián haciendo vacilar a los conjurados.
A las debilidades conspiratorias se debe unir la actuación decidida de las fuerzas de izquierda. La creación del comité de urgencia no se queda solo en eso, sino que se pasa a la ofensiva organizando una columna para atacar Vitoria, que resulta decisiva ya que será la encargada de reconquistar San Sebastián. Esta iniciativa permite organizar una fuerza, que sale de San Sebastián, con lo que se evita un combate callejero de mayor magnitud, y que puede ser reforzada con las tropas provenientes de Bilbao, lo que permite organizar de manera minuciosa el asalto de la capital.
Si la actividad conspiratoria de los militares es deficiente no lo es menos la militar. Vallespín desaprovecha la ocasión de hacerse con el control de la capital el mismo día 21, pero las excesivas precauciones hacen que se pierda una nueva oportunidad.
El día 22 la resistencia de la CNT se suma al escaso entusiasmo de las tropas atacantes. Como acertadamente señala el agregado militar francés

"Pourquoi le soldat de 2éme classe se ferait-il tuer? Pour l'ordre, mais qu'est-ce l'ordre pour un pauvre paysan espagnol momentanément soldat? Une mystique creuse; mieux, une boîte vide. L'ordre vaut par rapport aux bien qu'il ordonne. On ne se fait pas tuer pou lui s'il ordonne le néant. Aussi doutons nous de l'enthousiasme de la troupe espagnole dans la révolte entreprise par ses chefs"

En esta situación los militares optan por atrincherarse en una serie de puntos, en vez de controlar la ciudad de una manera clara, lo que se convierte en la base de su fracaso.
El efecto desmoralizador que causa el fracaso del ataque del 22 y la toma del María Cristina por la columna proveniente de Eibar, termina por quebrar la moral de los militares que optan por encerrarse en los cuarteles confiando en que las columnas que han partido de Navarra llegue a tiempo de rescatarlos.


EL SITIO DE LOS CUARTELES (24-28 DE JULIO)
Tras ser derrotados en la ciudad los militares se encierran en los cuarteles de Loyola, donde quedan cercados por las fuerzas milicianas. El día 24 se combate todavía en Polloe y se cierra el cerco estableciendo posiciones en la Casa de Misericordia y en Ametzagaña.
A partir de este momento, dada la debilidad de los sitiadores (Irujo considera que en los primeros momentos tan sólo 300 milicianos asedian a los militares), los republicanos comienzan lo que podemos denominar "guerra psicológica". La primera prueba de ella es la siguiente octavilla lanzada sobre el cuartel:
"Rendidas todas las fuerzas rebeldes de Guipúzcoa después del sometimiento de los ocupantes del hotel Maria Cristina a las 2 de la tarde del día de ayer; comprobada la falsedad de las promesas del general Mola de enviar fuerzas que se han reducido a la aparición en los puestos fronterizos de pequeños grupos de requetés que han sido disueltos o apresados, sería inutil toda resistencia de los cuarteles de Loyola que no había de tener otra consecuencia que una inútil efusión de sangre por ambas partes, lo que no había de impedir en modo alguno su conquista.
El comandante militar garantiza a los rebeldes el respeto de sus vidas hasta su entrega al Juez Militar. Los soldados, engañados por sus jefes, serán puestos en libertad -como lo han sido los rendidos en el casino, Comandancia Militar y hotel María Cristina- para que combatan al lado de las fuerzas leales.

Las vidas respetadas de los 52 prisioneros que actualmente tiene esta comandancia son la mayor garantía de la veracidad de estas promesas.
Cesen las insensateces y vuelva a reinar la tranquilidad que nunca debió ser perturbada.-El Comandante Militar".
El tiroteo es intenso y se realiza un intento de asalto del los cuarteles desde Ametzagaña. La moral de los sitiados decae por momentos. Los sitiadores cortan la luz y el agua endureciendo el cerco.
El día 24, un tiroteo entre los oficiales causa la muerte del comandante Ferre, otro de los conspiradores. Este, al parecer comienza a increpar a los demás oficiales e incluso llega a disparar contra el teniente coronel de Artillería Eloy de la Brena, quien responde matándole.
La situación de los asediados es puesta de manifiesto en un informe redactado por un soldado evadido de los cuarteles. Este se expresa como sigue:
"He dejado el cuartel observando un decaimiento grande en jefes, oficiales y soldados sin disciplina de ninguna clase oyendo decir constantemente , ya nadie se decide a tirar y los únicos que se sostienen son los policías vestidos de paisano. La artilería hace poco efecto, habiendo caído dos granadas que no hicieron explosión. La aviación si hace un buen efecto refugiándose en las plantas bajas en cuanto la oyen, pero debe el aparato tener la debida precaución, porque los jefes y oficiales le disparan con fusil.
Con respecto a alimentos cuentan con unos quince sacos de arroz, alubias y garbanzos, unas treinta latas de leche condensada. Lo que si abundan son latas de pimientos y tomate y guisantes, tienen tres cerdos, ignoro si se apoderaron de algunas vacas de los caseríos, creyendo, sin embargo que le será esto peligroso por el tiroteo a que se les somete.
De armamento y fusilería están en buenas condiciones, ametralladoras tienen cuatro y una inutilizada, municiones de fusil abundante, de cañón tendrán de 60 a 80 proyectiles.
Tienen en el cuartel dos piezas en el patio central que nos las han utilizado, cuatro en el patio exterior que apuntan a San Marcos y Choritoquieta no pudiéndolas utilizar por ser hostilizados por nuestras fuerzas desde las villas próximas"

Al día siguiente, 25 de julio, nuevas octavillas son lanzadas sobre el cuartel. En esta ocasión el texto es el que sigue
"A los jefes y oficiales de Loyola.-Somos los padres y madres de los soldados que se hallan forzosamente bajo vuestras órdenes y no podemos consentir que contra su voluntad tomen parte en una lucha fraticida. Con el alma destrozada, sufriendo torturas infinitas, acudimos a vosotros para pedir que dejéis en libertad a esos niños para que abandone el cuartel o permanezcan ahí mismo libremente si tal fuera su libertad. Esta súplica la avalan más de doscientas familias, cuyo legítimo dolor está a punto de convertirse en horrible desesperación. Creemos que el Frente Popular y el Gobierno constituido se propone en el breve plazo de dos horas tomar medidas de extrema gravedad para aniquilarles. Por otro lado, no como amenaza, sino como gesto insuperable de desesperación al ver destrozados a nuestros hijos en el frente, nos veremos obligados a tomar represalias inmediatamente con vuestros familiares, porque por el mismo derecho que disponéis de nuestros hijos menores, lo haremos con los vuestros. Y esto hay que evitarlo."
El 26 de julio el cuartel de ingenieros sufre un ataque aéreo. Dos bombas caen en él, causando una que alcanza el patio varias bajas. Vallespín está dispuesto a tomar represalias bombardeando San Sebastián, para lo que redacta una carta dirigida a los diputados guipuzcoanos. Pero el bombardeo ha causado un gran impacto en la moral de los sitiados, quienes -pese a tener constancia de la presencia de las tropas de Beorlegui en Oyarzun, a escasos kilómetros del cuartel- dan comienzo al proceso de rendición.
Ese mismo día, resulta muerto el alférez Justo Rodríguez, que dirigió la columna que partiendo de Bilbao participó en la toma de San Sebastián y en esos momentos ocupaba el cargo de comandante militar de Gipuzkoa.

LA RENDICION DE LOS CUARTELES (28 DE JULIO)
El bombardeo de la aviación causa un gran efecto entre los asediados, y genera actitudes contrapuestas. Mientras Vallespín reacciona preparando una carta que piensa dirigir a los diputa-dos, amenazando con bombardear la ciudad, el resto de los oficiales opinan de manera contraria. Carrasco, que reaparece por vez primera desde que se traslada del María Cristina a Loyola y el comandante de Ingenieros Herce, se entrevistan con Vallespín obligándole a dirigir una nota a los diputados en la que se solicita una entrevista para el día siguiente. La carta, en un claro tono amenazador, se expresa en los términos siguientes:
"Sres. Diputados por Guipúzcoa. Siguiendo el consejo del Coronel Carrasco cito a todos en este cuartel, rogándoles vengan si quieren evitar la destrucción de San Sebastián.
Ayer nos bombardeó un aparato civil con bombas de gran potencia; cuando yo no he querido forzar a esa población con otro bombardeo que puedo hacer en el momento que lo desee por el día o por la noche.
Por lo tanto, lo primero que hay que hacer es que no venga ese aparato otra vez, pues me obligarán en trance desesperado a corresponder oportunamente con otra atrocidad.
Vengas ustedes y trataremos de ponernos de acuerdo.
De Uds. suyo aff. Tte. Coronel Vallespín.
Ya comprenderán que yo tengo mi vida entregada a la Patria. No hay nada que dudar de mis decisiones. Evitemos entre todos un inútil derramamiento de sangre"
Los diputados acceden a la petición y el día 27, por la tarde, tiene lugar la entrevista en el puente de acceso a los cuarteles.
Por un parte concurren los diputados Amilibia, Irazusta, Irujo, Picavea y Lasarte. Tan solo está ausente el diputado republicano por el Frente Popular Mariano Ansó que se encuentra en Madrid. En representación de los militares acuden Carrasco, Vallespín y el comandante Herce.
Las dos versiones de las que disponemos, la de Irujo y Vallespín, como es lógico difieren de manera sustancial. Pero, dejando esto a un lado, lo importante es el efecto que tiene entre los asediados.
Ese mismo día, por la noche, Vallespín convoca a los oficiales en el cuarto de banderas del cuartel de Ingenieros. En dicha reunión el jefe de ingenieros puede comprobar que incluso los militares más comprometidos, como el capitán Visiers o el sargento Iribas, opinan que ya todo está perdido. El capitán Miquel, que tenía como misión enlazar con los tradicionalistas, se ha retirado de toda actividad ante la ausencia de Muslera, que permanecía oculto. Ante esta situación Vallespín decide fugarse. A las 6,30 de la mañana sale del cuartel hacia la posición del Convento de Uba, situada sobre los mismos. Desde allí presenciará la entrega de los cuarteles y escapará hacia Astigarraga, siendo recogido por un automóvil en la carretera que une Hernani con Goizueta y que le traslada a Pamplona, a donde llega el día 30.
Mientras tanto en San Sebastián la sublevación toca a su fin. A las once de la mañana los cuarteles se entregan y 68 oficiales, con Carrasco a la cabeza, son hechos prisioneros y trasladados al Palacio de la Diputación, donde permanecen detenidos.
Mientras los militares se entregaban milicianos de la CNT entraban en los cuarteles y se apoderaban de la mayor parte del armamento que contenían. Las protestas del dirigente comunista Larrañaga no sirven para nada, poniendo de manifiesto la indisciplina que existía entre los defensores de la República, lo que necesaria-mente forzaba a una nueva organización de los mismos.

El pobre tío Pepe fruto de sus convicciones ideológicas, morales y religiosas ya había elegido a favor de que bando iba a luchar por su patria y ello le costó la vida. 
Sacado de su hoja de servicios así se describen los último días del Teniente de la Guardia Civil José 
Merchán que en paz descanse:
 En la anterior situación. El 18 de julio, al iniciarse el Alzamiento Nacional permaneció acuartelado y prestando servicios de retén en el Cuartel General del Gobierno Civil, el día 21 a las órdenes del Capitán cajero de su comandancia D. Julio Ayuso Sánchez Molero, salió de él con unos 40 hombres dirigiéndose al Gobierno Militar donde se unió a las fuerzas del ejército que allí había y que se habían sumado al Movimiento, pasando después al Gran Casino a las órdenes del citado capitán de donde obtuvo fuego con los rojos-separatistas desde las primeras horas del día siguiente hasta las 11 que tuvieron que abandonar el edificio donde se hallaban,  pasando nuevamente al Gobierno Militar donde al rendirse la fuerza de la que formaba parte fue hecho prisionero y conducido en calidad de detenido a la Diputación Provincial, siendo trasladado a la Cárcel Provincial el día 29 y en las primeras horas del siguiente día 30 fue asesinado por las turbas marxistas en un asalto realizado a dicha cárcel, por cuya circunstancia causó baja en el cuerpo un fin del desdichado mes de julio. 

Mi abuelo Juan y mi tío Pepe cuando estalló la guerra y viendo como se iban a suceder los acontecimientos hicieron un pacto y era que si cualquiera de los dos caía, el quedara vivo se haría cargo de la esposa del otro y sus hijos. Ese pacto se cumplió escrupulosamente durante toda la vida mientras vivieron mis abuelos, mi tía Tere, viuda de guerra, pasaría el resto de sus días conviviendo bajo el mismo techo con mis abuelos hasta el final de sus días.     

Sé por algunos recuerdos de historias que me explicó mi madre qué Juan estuvo escondido ya que conocieron de sus ideas y convicciones los milicianos a través de una sirvienta que trabajaba para la tía Tere que por lo visto era de ideales independentistas. Explicaba mi abuela Carmen de esta persona que había llegado a decir que daría la vida de su hijo por conseguir la independencia de Euskadi. Mi madre me explicó de sus recuerdos de la infancia, ella debía tener cuatro años en aquella época, que en la calle se le acercaron unos milicianos que estaban buscando a Juan, para sonsacarle información le preguntaron si era hija del teniente de la Fuente y ella con toda su inocencia les contestó que no que ella era hija de Juanito, a lo cual la dejaron en paz.

Según nos explica su hoja de servicios Juan permaneció oculto hasta el día 13 de septiembre de 1936 en que San Sebastián fue liberado. Mi abuela Carmen, su esposa, el día anterior se encontraba en la maternidad dando a luz a Maria Victoria. Me explicaba que cuando nació, como un rayo de esperanza oía desde el hospital los cánticos de el "Cara al sol" de las tropas nacionales que en aquellos momentos entraban en la capital. Fue por ello que decidió poner a su hija el nombre de Maria Victoria.

Juan una vez ocupado San Sebastián se adhirió al movimiento, incorporándose el mismo día a las fuerzas del Regimiento y destinado al mando de la 1ª Sección de Ametralladoras de la Agrupación del Capitán Tejero y Columna del Teniente Coronel Los Arcos y saliendo a operaciones tomó parte en la ocupación de Ormaiztegui, Zumárraga, Anzuola, Vergara y Anguiozar, en la ocupación de esta última población fue herido de bala el 25 de septiembre en la pierna siendo evacuado al Hospital de Vergara, de allí al Hospital de la Cruz Roja de San Sebastián y de alli el 28 de noviembre se le trasladó al Hospital Militar de Pamplona.

Poco sabemos de la historias y anécdotas de mi abuelo durante la guerra ya que no era dado a explicar batallitas. Sé que en una ocasión no recuerdo donde estuvo a punto de ser fusilado y gracias a un miliciano que lo conocía lo ayudó a huir.

Voy a reproducir a continuación la información que dispongo y es la que figura en su hoja de servicios, donde figura que recorrió amplas zonas del territorio español, estuvo a parte de las Vascongadas, en Burgos, Asturias, Aragón, Zaragoza, Teruel, Cataluña, León, Guadalajara y Madrid..

Año 1937. El día 18 de enero se le da de alta de sus heridas recibidas en el frente y ese mismo día se reincorpora a su Regimiento. El día 24 se le confirió el grado de Capitán, siendo designado Capitán ayudante del Regimiento América nº 23. El 29 de enero se le destinó al 1er batallón de la 1ª media brigada de la 4ª brigada mixta, efectuando su incorporación el día 4 de febrero en Fuencaliente (Miranda de Ebro), fue destinado a mandar la Compañía de Ametralladoras. El día 22 de febrero marchó con el Batallón al frente de Asturias., llegó el 25 a Salas, de allí a Loriana el 27 y a la posición de Villanorsen el 1 de marzo, saliendo el día 3 para guarnecer la población de Lampajua. Al mando de la compañía de Ametralladoras tomó parte en las operaciones     

domingo, 22 de marzo de 2020

DESTINO A PAMPLONA

Es destinado al regimiento nº 14 en mayo de 1931, continuando de guarnición en Pamplona y prestando sus servicios en la Sección de Máquinas de Acompañamiento del 2º Batallón. El 20 de agosto se hace cargo del mando  de la 3ª compañía del 2º Batallón cesando el primero de septiembre por haber sido designado para el mando de la sección de transmisiones del regimiento.

Juan y Carmen se casaron en Pamplona en 1931, desconozco exactamente la fecha.
Esta foto es de 1931 de recién casados
El 16 de julio de 1932 nació en esta ciudad su primera hija, Maria del Carmen, la que fue mi madre. No tengo mucha más información de como transcurrían esos años salvo por lo que describe su hoja de servicios. Esta nos dice que el 4 de mayo empezó a desempeñar el cargo de profesor de alumnos aspirantes a cabos, esa sería su vocación a lo largo de casi toda su carrera militar, la formación de tropa, y en el futuro a puestos de suboficiales y de oficiales.
Por lo que me han explicado Juan era una persona recta en el cumplimiento de las órdenes y en el seguimiento escrupuloso del reglamento militar, también era justo y proporcional en la aplicación de castigos y arrestos, así de premiar a quien realmente se lo merecía. Era conocido entre los hombres que le conocían como "Juanito el reglamento".
Recuerdo una anécdota que me explicó, no recuerdo en qué época, en la que el sargento de cocina le daba parte a Juan de que del rancho de la cena había sido escaso no había habido suficiente comida para toda la tropa. Inmediatamente Juan arrestó al susodicho sargento argumentándole que comida nunca puede faltar, si acaso el reparto para cada uno de los comensales no se ha hecho la debida proporcionalidad. Esta anécdota nos la ponía muchas veces como ejemplo.


Juan y Carmen con su primera hija Maria Carmen 
Mi madre Mari Carmen, aquí en esta foto no tendría ni un año
Ese mismo año, el 4 octubre marchó a Venta de Baños a las grandes maniobras del Pisuerga hasta el día 12, no destacándose nada más.
Lo que sí figura en su hoja de servicios es que aprovechó un mes de permiso, desde el 16 de diciembre hasta el 14 de enero para marcharse con su familia a Madrid a pasar las navidades. Felices tiempos debían ser aquellos en los que Juan y Carmen llevarían a su hijita para que conociera a sus abuelos y tíos.   
Del siguiente año 1933 sabemos que el 21 de junio marchó a Madrid para participar en el Concurso Nacional Deportivo Militar, ya desde entonces Juan nos muestra su gran afición al deporte lo cual nos mostró siempre desde que lo conocí. Desde el 15 de julio al 14 de agosto estuvieron de vacaciones en Zaragoza, ello debía ser porque seguramente la familia de Carmen regresaría a esta ciudad.
1934 y 1935 pasaron sin nada importante que destacar salvo las idas y venidas en la participación de  Escuelas Prácticas en diferentes destinos Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), Guendulain (Navarra) y Estella (Navarra). En este último año Carmen se quedó en cinta de la que sería su segunda hija Maria Victoria  

viernes, 5 de octubre de 2012

DESTINO A AFRICA

El 24 de narzo de 1928 Juan es destinado al Batallón de Cazadores de Africa nº 8. El 3 de abril se presenta en la representación de su cuerpo en Larache y día 4 sale para T'Zenit donde llegó el mismo día para unirse a su batallón, que se encontraba en dicho punto destacado, siendo nombrado instructor de los reclutas de la 1ª Compañía hasta el 5 de junio de ese mismo año. El 9 de julio es declarado apto para el ascenso al empleo de Teniente de infanteria. Todavía no tenía cumplidos los 20 años.
En África se va moviendo por diferentes destinos con su batallón, Larache, campamento de Meusah, campamento de Jesus de Beni-Arós, T'Zenin, campamento del Jenis de Beni-Ares. No hay constancia de que participara en ninguna operación bélica y el 12 de enero de 1930 viaja a Madrid al objeto de asistir al curso de Transmisiones, mereciendo la nota de "mucho" como resultado del mismo. Regresa al campamento de T'Zenin y queda prestando los servicios de 2º ayudante del Batallón en campaña.
El 28 de mayo de 1930 es destinado al Regimiento de Infantería de San Fernando nº 11, pero no se incorpora al mismo hasta el 2 de julio, siendo destinado a Pamplona.
El 25 de abril de 1931 prestó solemne promesa de abdesión y fidelidad a la Repíblica.
         
Foto realizada durante su estancia en el Campamento del Jenis de Beni Ares tal como reza en la misma. nos señala con una linea de puntos el barracón con cuartos de oficiales. Juan es el de en medio
Aqui vemos a Juan (segundo a la derecha) con sus compañeros tomando un té moruno

EL PRIMER DESTINO


El 27 de julio de 1926 obtuvo su primer destino luciendo su estrella de seis puntas, este fue al Batallón de Montaña Ibiza nº 7, incorporándose a la plaza de Estella (Navarra) incorporándose el 10 de agosto en el acuartelamiento de dicha localidad.
Titulo de Alferez
Fue en Estella donde conoció a Carmencilla, (Carmen Zúñiga Vidaurre) la que sería posteriormente su esposa. Era la penúltima de cinco hermanos, Teresa, Paco, Asunción, Carmen y por último Fernando. Su padre, Don José Zúñiga Ibáñez era ingeniero agrícola y trajo a España la técnica del injerto de las vides americanas, técnica que se utilizaba para erradicar en España la tan temida filoxera que diezmó las viñas en España.

Foto del Batallón de Montaña de Ibiza
7º de cazadores
Estella 1927
Juan aparece justo en medio con gorra de plato.

Ello le proporcionó pingues beneficios por lo que se trataba de una familia adinerada. Don José murió relativamente joven a los 53 años, el 11 de agosto de 1920 y debido a que la administración de su capital y bienes no fue de lo más adecuado, quedó la viuda a cargo de cinco hijos en unas precarias condiciones económicas. La familia se trasladó a vivir de Zaragoza a Estella (Navarra) donde era originaria la madre y para sustentarse económicamente abrieron una mercería que regentaba la misma con la ayuda de las hijas.
Carmen con su madre

Carmen con dos añitos

Carmencilla en la época en que vivia en Estella. Era una chiquilla muy guapa


Juan en la época en que conoció a Carmen, esta foto se la dedicó
Esta foto, según se nos señala en la misma es de la época en que Carmen vivía en Estella . Es del 2 de marzo de 1929 y tenía 18 años. Realmente era muy guapa 

En su hoja de servicios viene reflejado que el 29 de junio de 1927 y con su Compañía al mando del Capitán Don Joaquín Baeza Castro y con objeto de realizar las escuelas prácticas, o lo que es lo mismo, lo que hoy diríamos ir de maniobras, emprende la marcha por jornadas ordinarias para Alcoz(Navarra) pernoctando la noche de este día en Puerto de Reina, la del 30 en Pamplona, llegando al punto de destino el 1º de julio donde queda acantonado hasta el 8 de julio y con la misma fuerza se traslada al monte Añalate, quedando acampado hasta el día 12 que se traslada al monte "Chaporral" donde se reune todo el Batallón y al mando del Teniente Coronel D. José Los Arcos Fernández las termina y emprende el regreso el 16, llegando el 18 a Estella. El 19 de agosto y por marchar de permiso el Capitán de su Compañía, se hace cargo del mando y administración de la misma. Un chaval de que no ha cumplido los 19 años toma la responsabilidad de hacerse cargo de una Compañía de Infantería durante 10 días hasta que entrega el mando a su superior el Teniente José Ayllero el 29 de agosto.

domingo, 27 de noviembre de 2011

LA ACADEMIA MILITAR

Cuando llegó la familia a Madrid, Juan prosiguió con sus estudios, así que se matriculó para el curso 1918-1919 en el Instituto General y Técnico del Cardenal Cisneros, donde cursó el bachillerato previamente al ingreso en la Academia Militar de Infantería en Toledo.
Este documento junto con unas papeletas de examen son los testimonios más antiguos que hemos encontrado y que Juan había conservado. Este es el comprobante de la matrícula del Curso 1918-1919.

Ya desde pequeño, Juan despuntaba como un buen estudiante tal como se puede apreciar en las papeletas de examen que conservaba del bachillerato.

  Papeletas de examen de las asignaturas de Historia de España, Lengua Castellana e Historia Universal, en los tres casos la nota fue un notable.

Juan sobre esta época con su hermano Angel detrás de uno de los leones del Parque del Retiro de Madrid.
Por la matrícula del curso, observamos que Juan se matriculó en el tipo de enseñanza no oficial, por lo que se podría entender que se presentó a los exámenes por libre, lo que todavía tendría un mérito añadido. Es probable que fuera a alguna academia de preparación.

Juan a la derecha con dos amigos en una foto simpática en la que parece que están escenificando algún tipo de rito budista.

Juan en la Academia
Es muy probable que Juan se decidiera por la vida militar influenciado por su padre, el haberse movido desde niño siempre en estos ambientes haría mella en él, además su hermano mayor también eligió como profesión las fuerzas armadas por lo que ya en muy temprana edad, a la edad de catorce años ingresó en la Academia Militar de Infantería de Toledo tal como describe su hoja de servicios:
Juan en medio en la primera fila con un grupo de cadetes

"Habiendo obtenido plaza de Alumno de Infantería por R.O. de 11 de agosto del primer año, fue filiado en la Academia del Arma el día 30 de septiembre del propio año (1923) que verificó su presentación en la Plaza de Toledo. El 11 de noviembre del año 1923 prestó juramento de fidelidad a la Bandera, en el expresado punto, ante el Sr. Coronel Director y permaneció cursando sus estudios"

Formación de los alumnos en el patio de la Academia Militar, es difícil distinguir a Juan, se encuentra en la fila de la derecha hacia la mitad de la posición, siendo el que destaca un poco por su altura.  

El 20 de mayo de 1925 Juan consigue su primer empleo en la Academia Militar mientras cursa sus estudios, pasando al grado de Cabo, el cual se debía conseguir en base a las buenas calificaciones en los exámenes ya que en las fotografías aparece como uno de los pocos alumnos que lo ostentaban.


Título por el que se le concede el empleo de Cabo en la misma Academia Militar 

Debía ser un orgullo para Juan el haber obtenido este primer título, y desde luego una gran satisfacción para su familia, prueba de ello son algunas fotos que nos dejó como testimonio luciendo orgulloso dichos galones.   

Juan en esta foto luce orgulloso sus galones.

Con los compañeros de la Academia, a Juan se le ve de pie en el centro un poco hacia la derecha con sus galones de cabo.

Otra imágen en las afueras de Toledo, Juan está en el cemtro de la foto.

En esta foto todos van con las cinchas puestas y con el armamento, Juan no lleva nada, por lo que seguramente debían estar de maniobras y este era el pelotón al que Juan tenía a su mando.


Con los compañeros de academia aparece Juan en el centro 


Según su hoja de servicios, a Juan se le concede un diploma el 30 de agosto de 1925 por el que se le concede una medalla conmemorativa por el homenaje rendido a SS.MM el Rey Alfonso XIII.

Juan siguió cursando sus estudios en la Academia, hasta que en el mes de julio de 1926 los terminó, siendo promovido al empleo de Alférez de Infantería, siendo destinado al Batallón de Montaña de Ibiza nº 7, incorporándose el día 10 de agosto en la plaza de Estella (Navarra).

Qué gran orgullo debió ser para sus padres, viendo a su hijo que con tan solo diecisiete años ya lucía en sus mangas la estrella de seis puntas.

Aparece en su hoja de servicios un curioso detalle y es que en 1927 Juan hizo una instancia elevada a S.M. el Rey para que se le modificara su apellido que pasó a ser de Juan Fuentes Torres a Juan de la Fuente Torres    

  
Juan, arriba, el cuarto por la derecha con un grupo de compañeros cadetes 

LOS ANTECEDENTES

Juan Angel Eugenio de la Fuente Torres nació en Lérida a las 11 de la mañana del día 17 de noviembre de 1908, sabemos por su partida de nacimiento que este alumbramiento se produjo en la calle de la Tallada, número 30, tercer piso.
Calle de la Tallada nº 30 La casa donde nació es la cubierta con la lona.


Juan a la edad de un año


Su padre era Don Ciriaco de la Fuente del Olmo, militar, fue condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando en 1897 cuando era Sargento, en la Guerra de Filipinas a las órdenes del general Lachambre. Realizó una acción heroica en misión en la campaña contra los rebeldes que ocupaban la provincia de Cavite en la que se infringió una gran derrota en la acción de Dasmariñas y se tomó la ciudad de Imus, cuartel general de aquellos por la que le concedieron la Laureada de San Fernando.

De la página web BURGOSPEDIA se publicaron los hechos que dieron a mi bisabuelo la Cruz Laureada de San Fernando y son los siguientes:

El 22 de abril de 1901 el Consejo Superior de Guerra y Marina acordó conceder la Cruz de primera clase de la Real y Militar Orden de San Fernando, al sargento burgalés de Infantería D. Ciriaco Fuentes Olmo, por su heroica acción realizada en la campaña de Filipinas el 25 de febrero de 1897, en la que, de forma voluntaria y al frente de ocho soldados, consiguió ocupar una importante trinchera enemiga, situada en el camino de Pérez Dasmariñas, que estaba defendida por un gran número de insurrectos tagalos, causándoles numerosas bajas y obligándoles a abandonarla, sufriendo en dicha acción tan sólo tres bajas: un soldado muerto y dos heridos. La condecoración también está acompañada de una pensión vitalicia anual de 150 pesetas, que le serán abonadas desde la fecha de los hechos.

Este militar burgalés era hijo de labradores modestos, y había nacido en la localidad burgalesa de Buezo, un pequeño pueblo de La Bureba, cercano al popular monasterio de Santa Casilda, por cuyos campos abundan las setas.

Como tantos otros hijos de campesinos españoles con pocas tierras, al llegar el momento de decidir su camino futuro, eligió el de las armas, apuntándose voluntario para Filipinas, donde consiguió los galones de sargento. Cuando en 1896 estalla la insurrección de los tagalos contra el dominio español en las islas, pertenecía a la famosa División del general Lachambre, donde estaba integrado en la 1ª Brigada, mandada por el general Jaramillo. Después de la conquista de Cavite por los insurrectos, la División Lachambre tuvo que entrar inmediatamente en acción, pues el general Polavieja, por entonces Capitán General de Filipinas, la encargó defender las provincias de La Laguna, Batangas y Tayabas, para proteger Manila, la capital, que se encontraba seriamente amenazada.


El 15 de febrero de 1897 la 1ª Brigada sale del cuartel de Santo Domingo, y comienza a desplazarse hacia el norte, sin encontrar apenas resistencia, siguiendo hasta Binabangang y llegando al día siguiente a Mataas-na-lupa e Iba, donde se encontraron con un poderoso frente enemigo, atrincherado en la orilla opuesta del río del mismo nombre. El general Jaramillo ordena tomar posiciones y esperar la llegada del resto de la División. El 19 de febrero, con la División agrupada y después de un intenso bombardeo que barrió las trincheras enemigas, la 1ª Brigada inicia el ataque sobre Iba, en una encarnizada lucha de más de cuatro horas, en la que tuvieron que tomar casa por casa, hasta conseguir que los tagalos se retirasen después de sufrir más de 600 bajas. Gracias a esta acción, las tropas españolas consiguieron tomar la estratégica plaza de Silang, donde quedaron acuarteladas la 1ª y 2ª Brigadas.

El 22 de febrero se produce una oleada de terribles asaltos de los tagalos sobre las posiciones españolas de Silang, que a duras penas consiguen rechazar; una vez contenido el ataque, la 1ª Brigada, dividida en dos frentes, emprende la marcha hacia la ciudad de Pérez-Dasmariñas (1), ya dentro de la provincia de Cavite. El primer frente queda bloqueado al desbordar los tagalos intencionadamente la presa de San Julián, cuyas aguas inundaron los campos circundantes, convirtiéndoles en un impracticable lodazal, que impidió el libre movimiento de los soldados españoles, atrapados en el barro. El otro frente, formado por el Batallón nº 12 y el Regimiento de Infantería nº 74, al que pertenecía el sargento Fuentes, siguió avanzando palmo a palmo, venciendo la feroz resistencia de los tagalos, fuertemente atrincherados en parapetos y casas, que tuvieron que ir ocupando uno por uno.

En esta acción final de la 1ª Brigada sobre las líneas enemigas, realizado el día 25, se produjo la gesta del valiente sargento burgalés que, al mando de su pelotón, se apoderó de una de las mejor fortificadas trincheras enemigas, situada en su línea de vanguardia, abriendo de esta forma un importante hueco, por el que se abalanzaron el resto de los soldados españoles, enardecidos por el valor de sus compañeros. Finalmente, después de un duro y sangriento enfrentamiento, la ciudad es conquistada y ocupada por la División Lachambre, quedando momentáneamente Manila libre del peligro de los insurgentes.

Después de la capitulación del Ejército español en Cuba y Filipinas en el año 1898, los soldados españoles empezaron a ser repatriados a la península, tocándole al Regimiento del sargento Ciriaco Fuentes desembarcar en Barcelona.

La vida militar del sargento burgalés continuó en Cataluña, primero en Barcelona, donde conoció y se casó con Apolonia Torres Martínez, una riojana de Alcanadre, con la que tuvo cuatro hijos, tres varones y una hembra. Se fueron sucediendo los destinos y también los ascensos, estos últimos, al no ser militar de carrera, se produjeron siempre por sus méritos personales. Después de Barcelona, estuvo de guarnición en Lérida y Ceuta. En 1918 fue trasladado a Madrid, donde se retiró después de alcanzar el empleo de coronel, y donde finalmente se instaló la familia.

La trayectoria militar, personal y familiar de Ciriaco Fuentes Olmo, un burgalés de Buezo, merece que su memoria sea conservada con orgullo. Todo lo que aquí queda reseñado es un pequeño homenaje a su recuerdo.

NOTA

La ciudad de Pérez-Dasmariñas, actualmente Dasmariñas, fue fundada en 1589 por Gómez Pérez Dasmariñas, Capitán General de Filipinas. Pertenece a la provincia de Cavite y se encuentra a unos 30 Km. De Manila. En la actualidad supera el medio millón de habitantes.

Paco Blanco, Barcelona, agosto 2014
 

Como ya nos ha señalado D. Paco Blanco, Don Ciriaco era natural de Buezo (Burgos) y estaba casado con Doña Apolonia Torres Martinez natural de Alcanadre (La Rioja). Su abuelo paterno era D. Benito de la Fuente Diaz que también era natural de Buezo y de profesión labrador y su abuela paterna era Dña. Eugenia Del Olmo, narural de Carcedo (Burgos). Por parte materna su abuelo era D. Angel Torres, natural de Alcanadre (La Rioja) y de profesión labrador y su abuela Dña. Andrea Martinez, también de Alcanadre (La Rioja).
Don Ciriaco de la Fuente y del Olmo luciendo la Cruz Laureada

Don Ciriaco y Doña Apolonia tuvieron cuatro hijos, tres chicos y una chica, el mayor se llamaba Ernesto, no sabemos exactamente que edad se llevaban entre ellos, pero entre el mayor y el más pequeño debía haber una diferencia de unos ocho años.

   De izquierda a derecha, Juan, María, Angel, la madre Apolonia y Ernesto

Fue una familia muy unida, hasta que los avatares de la guerra civil rompieron los vínculos entre los hermanos.

Pero vamos primero a ubicar en que lugares desarrollaron su vida esta familia:

Por los testimonios consultados, sabemos que Don Ciriaco y Doña Apolonia se casaron en Barcelona y fue allí mismo donde nacieron sus dos hijos mayores, María y Ernesto. Por su condición de militar Don Ciriaco fue cambiando de destino. Hemos de destacar que Don Ciriaco no fue militar de carrera, sino que sus ascensos fueron más bien meritorios, llegando a ocupar el empleo de Coronel. Así que fue destinado a Lérida, donde permaneció la familia unos años y  durante este período nacieron Juan y Angel. Posteriormente volvió destinado a la ciudad Condal y estuvieron viviendo en la Calle de Sant Pere més Baix. Juan nos dejó constancia de aquella época, cuando explicaba que se rompió un brazo al caerse de un pilón de la calle. Debía tener unos seis años. Posteriormente en 1916 Don Ciriaco fue destinado a Ceuta, donde se trasladó toda la familia y eran conocidos como "los catalanes" ya que los hermanos, al parecer, entre sí hablaban catalán. Estuvieron viviendo allí más o menos un año y posteriormente en 1918 se trasladó la familia a Madrid, donde se instalarían definitivamente.

     
Juan en su primera comunión.


sábado, 5 de noviembre de 2011

INTRODUCCION

En la primavera de este año 2011, mi tío Juanjo, el día de la comunión de mi sobrino Alex me comentó la posibilidad de que elaborara una biografía de mi abuelo, su padre, Juan de la Fuente Torres, una vez pudo constatar y ver publicada la obra VIVENCIAS DE UNA ÉPOCA RAMÓN BOFILL COMBELLES, memorias de mi abuelo paterno que a diferencia del primero, dejó escritas y en este caso me dediqué a transcribirlas y corregirlas, aunque sí que es verdad que añadí mucho material adicional.
Le dije a mi tío que sí, que el proyecto era complicado pero que intentaría hacer lo imposible por reconstruir una vida en la que no dejó nada escrito. Así que a resultas de mi compromiso, me trajo de Pamplona dos bolsas repletas de documentos y fotografías, sobre todo fotografías.
Todo ese material me lo he estado leyendo y revisando, y aparte de las fotos, toda la documentación que hay son informes, hojas de sevicios, correspondencia, órdenes, títulos, nombramientos, etc, etc., documentación de la que sí que se puede desarrollar su trayectoria prácticamente desde su nacimiento y durante su vida militar, pero nos falta toda la parte humana, las pequeñas historias, los amigos, las anécdotas, las relaciones con las personas, con la familia, etc.
Es por todo ello que este proyecto tendrá que estar basado además de por toda esta documentación recibida, por los recuerdos que todavía conserven mis padres y mi tío que son los únicos testimonios vivos que pueden completar este ambicioso proyecto.
A partir de aquí empeñaré todo mi esfuerzo por perpetuar una vida ejemplar de entrega incondicional a su familia y profesión militar, en la que inició y desarrolló su carrera en el arma de infantería y llegó a lo máximo que un militar puede aspirar, el empleo de Teniente General, y todo ello debido a los méritos conseguidos con su trabajo, esfuerzo, sacrificio y entrega.